“En 1960, el 13 de Diciembre, no subió más por los 35 escalones pitagóricos, que lo llevaban a cultivar, y crear nuevas muestras de su amor por ella.

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Hasta entonces, Leonor, lo veía trabajar en sus frescos, le seguía con su mirada, y le decía a Eleonora, mientras ella dormía en su regazo, la afanosa tarea que hacia Guido su padre amoroso. Pero ese día, espero hasta tarde que se abriera la puerta de madera, que dejaba pasar la luz de la naturaleza, acompañada de la divinidad. A la sazón, ellas salieron del templo a esperarlo afuera, cuando ya la tibieza de la noche se refrescaba con el rocío, ellas entraron, y lo vieron con su sonrisa eterna y resplandeciente.  No se separarían nunca más.

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